- Área: 1070 m²
- Año: 2015
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Fotografías:Marcos Guiponi
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El desplazamiento del centro urbano de Montevideo y su reconfiguración en nuevas centralidades comienza a manifestarse en el último cuarto del siglo XX, y se ha convertido en una realidad probablemente irreversible en la última década. Cada vez más alejados de un equilibrio social-urbano, no sólo no se conservó la jerarquía de la centralidad original, sino que se degradó.
En este contexto, no resulta extraña la multiplicidad de programas que fueron abandonando la ciudad del siglo XIX o estableciéndose alternativamente en forma radiada a la traza original.
Las nuevas posibilidades tecnológicas tuvieron un aporte determinante en su materialización al modificar los modos de trabajo, las dependencias físicas y necesidades de vinculación o cercanías. Programas administrativos, financieros, comerciales e incluso gubernamentales (descentralización municipal), asumieron estos corrimientos que se dispersaron en la trama menos densa sin significar crecimiento.
En este caso, una empresa que funcionaba en el centro de la ciudad novissima, según la traza decimonónica, decide relocalizarse en el área patrimonial del Parque Batlle, un espacio central de morfología casi suburbana. El nuevo edificio se ubica en una esquina sobre la actual Av. Dr. Francisco Soca a metros de la circunvalación del parque.
El entorno se caracteriza por un conjunto consolidado de viviendas de dos y tres niveles de singular valor urbanístico y con amplios jardines, que entremezcla los rojos y terracotas de tejas y ladrillos, con los verdes de la exuberante variedad forestal del Parque Batlle, creado a comienzos del siglo XX a partir de diseños de Carlos Thays en el borde exterior de la ciudad novissima como pulmón de la misma y a continuación de su avenida principal.
El edificio es un sencillo volumen regular, que se desarrolla en tres niveles, y resuelve el acceso por sustracción con un generoso espacio techado en la esquina. Una folie en el parque, una envolvente urbana multicolor que cumple funcional y tecnológicamente con un programa tipológico actual con el deseo de no alterar semánticamente las características del lugar.
Un edificio exento –a modo de pabellón–, que por encima de su iconicidad objetual intentará camuflarse a partir de la interacción de esas paletas de colores que definen hoy el área patrimonial del Parque Batlle y acentuando su horizontalidad.
Se diseñó un muro cortina de aluminio que, graduando su permeabilidad, controla el asoleamiento y apunta a un comportamiento energético eficiente. Para ello, se incorporaron parasoles a los más de mil termopaneles con los que se diseñó la fachada. Se definieron diez tipos distintos de cristales, un sistema flexible que permite soluciones diversas en función de orientaciones, colores, serigrafiados y destino de local. A su vez, los termopaneles trasparentes llevan cortinas venecianas de cuatro verdes diferentes para controlar la luminosidad directa interior.
La estructura de hormigón visto, levemente retirada de la fachada, permite en todo momento percibir la fluidez del espacio paralelo a la envolvente y la continuidad de cada local como parte del volumen multicolor y se hace explícita en los pilares y vigas de la triple altura.
Esta envolvente vibrada, entrega una imagen muy caracterizada tanto al barrio como a su interior, dando la sensación de pertenencia, identificando cada espacio con el objeto todo.
Las dos paletas cromáticas se entremezclan en las vistas hacia afuera y hacia adentro del edificio. El edificio-pabellón fue diseñado como un todo, que admite ser visto desde el parque y desde su interior.
En cuanto a su construcción, la simplicidad de la estructura y el estudio detallado de cada parte permitieron cumplir puntualmente con los estrictos plazos planteados por el comitente, la ejecución se desarrolló sin imprevistos en once meses, verificando los presupuestos económicos, sin incurrir en costos adicionales al proyecto original.